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martes, 1 de marzo de 2016

Joven, acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud


Cuando se es joven, es muy fácil olvidarse que nuestras vidas dependen de alguien que está más allá de cualquier fuerza o poder que exista en este universo. En la juventud se vive completamente de espaldas a Dios, le ofendemos infinitas veces, creemos que todo depende de nosotros, pero cuando ya envejecemos y perdemos nuestras fuerzas, comienza nuestro arrepentimiento de la mala vida que hemos llevado y tratamos a nuestra manera de acercarnos a Dios para ver si obtenemos Su misericordia.



Eclesiastés Capítulo 12

12:1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
12:2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
12:3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
12:4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;
12:5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;
12:6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
12:8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
12:9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
12:10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
12:11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
12:12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
12:13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
12:14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.