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jueves, 17 de diciembre de 2015

Como Confesar a Cristo





CONFESAR A CRISTO

POR: CALVIN KNOX CUMMINGS


1. Conocer a Cristo

     Tenemos que saber ciertos hechos acerca de Jesucristo y acerca de lo que ellos significan. Nuestro trabajo es testificar acerca de Cristo, y no de nosotros mismos. No tenemos que saber todo lo que dice la Biblia acerca de Jesucristo, pero tenemos que saber algo. Para su ánimo, si usted conoce algo acerca de Cristo en la Biblia, usted sabe más que la mayoría de la gente de hoy. El mínimo que tenemos que saber es que "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1.15). Tenemos que saber quién es Jesucristo. El es el Cristo, el Ungido, el Mesías; él es Jesús, el Salvador. El entró en la historia: nació, vivió, murió, fue sepultado, y resucitó de los muertos. ¿Y por qué? "Para salvar a los pecadores." Pero al saber la maldad de nuestros propios corazones, agregamos, "de los cuales yo soy el primero." El murió por nuestros pecados.

     Aquí están algunos versículos de las Escrituras que localizan con toda precisión la manera de la salvación.

     La necesidad del hombreRomanos 3.23; 6.23
     La provisión de DiosSan Juan 3.16; San Mateo 20.28; 1 Corintios 15.3
     La gracia de DiosEfesios 2:8, 9
     El requisito de Dios Se Arrepiente: San Lucas 13.3; Marcos 1.15
                                     Cree: Hechos 16.31

     Conocer a Cristo es más que tener información exacta acerca de él. Tenemos que conocer a Cristo personalmente. Pablo testificó de su relación personal con Cristo cuando él escribió, "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó (Gálatas 2.20, el énfasis agregado). Pablo podría decir, "yo sé a quién he creído" (2 Timoteo 1.12). Tenemos que saber lo que hablamos y de quien hablamos. Nuestros oyentes van a discernir bien pronto si es así o no. Tenemos que saber del amor redentor de Cristo en nuestro propias vidas antes que tratemos de decir a los otros acerca de él. Cada uno de nosotros tiene que ser capaz de expresar lo que ha hecho Cristo en nosotros como individuos y lo que él significa para nuestra vida; solamente así podremos decir como Pablo, "El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." Al poner por escrito sus propias palabras como Dios ha obrado en su vida, tendremos la seguridad de confiar plenamente en Cristo, y traer los principios básicos a nuestra memoria, entonces seremos útiles.

2. Vivir a Cristo

     "Por sus frutos los conoceréis," dijo Jesucristo (San Mateo 7.16). Pablo escribió de los Corintios, "Nuestras cartas sois vosotros....conocidas y leídas por todos los hombres" (2 Corintios 3.2). Nuestras vidas, así como también nuestras palabras, deberán ser un testigo de Cristo. Los otros deberían ver a Cristo quien vive en nosotros. El fruto del Espíritu debería ser obvio en nosotros—"amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gálatas 5.22, 23).
     Hay muchas personas que fueron al principio atraídas a Cristo por la vida de los cristianos que conocieron. Por ejemplo, fue la belleza de la santidad en el joven Robert McCheyne (un ministro escocés del siglo XVII) que atrajo al principio a un observador para desear aprender de Cristo. Un policía malhumorado en Japón notó regularmente a un hombre que nunca perdió la paciencia, aprendió que era un cristiano, y entonces buscó y encontró a Cristo como su Salvador y Señor. Una mujer pregunta a su amiga cristiana, "Por qué usted siempre está tan feliz? "—y la puerta se abre ancha para testificar a Cristo. Un hijo rebelde se rinde finalmente a la vida santa de su madre y cree en su Salvador. Una hija incrédula ve la alegría del Señor en su padre quien está sufriendo y agonizando del cáncer y anhela que el Salvador de su padre llegue a ser suyo. El Espíritu Santo usa nuestras vidas en Cristo para ganar una audiencia para el evangelio. A menos que adornemos el evangelio con santidad, sin embargo, podemos rechazar a la gente. Nuestras vidas pueden llegar a ser las barreras a otros para que vengan a ser cristianos.

3. Amar a la Gente

     Amar a la gente quiere decir verlos como criaturas de Dios. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (San Mateo 22.39). "Hagamos bien a todos" (Gálatas 6.10). "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" (Romanos 12.15). Amar a la gente quiere decir que se involucra en la vida de nuestros socios diarios en el trabajo, en la escuela, o en el vecindario. El amor implica comunicar nuestro interés en la palabra y en el hecho. Debemos buscar para ser amigos y no solamente tener amigos. Para ser un amigo, se requiere de pensamiento y de tiempo, esto significa dar de nosotros. Cuando los servicios evangelisticos están patrocinados por su iglesia, lo mas probable de responder a una invitación para asistir serán aquellos a quienes ha sido ofrecida la amistad y esto es por el cristiano quien los invita.

     Amamos a la gente aunque ellos, como nosotros, son pecadores. "Tuvo [Jesucristo] compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor" (San Marcos 6.34). Cristo vio a la gente como ovejas perdidas que tenían que regresar al redil del Padre. El no permaneció lejos de la gente, sino fue conocido como "amigo de publicanos y pecadores" (San Mateo 11.19) —de explotadores de los pobres y adúlteros notorios. Mientras Cristo no aprobó sus pecados, él aceptó a esta gente así como eran.

     A menudo no podemos pasar las cosas a otra gente que nos repele.  Tenemos la tendencia de olvidarnos aún cuando nosotros mismos éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. El nos amó como éramos; debemos amar a la gente como ellos son. Un viajero del mundo fue preguntado una vez que era la mirada más hermosa que él había visto en todo sus viajes. El respondió, "Veía a Borden de Yale [un miembro de Pi Beta Kappa y un millonario] con el brazo alrededor de un vagabundo en la Misión de la Esperanza de Yale." Debemos ser capaces de poner un brazo amoroso alrededor de una persona necesitada y mostrarle el Médico Magnífico, que se deleita en la sanidad de los que están enfermos con la enfermedad humanamente incurable que se llama el pecado (San Lucas 5.30-32).

Los Métodos

     ¿"Pero, cómo puedo empezar a confesar de Cristo a otros? ¿Cómo lo voy hacer?" Comience con la oración. Ore que Dios abra puertas de oportunidad. Aproveche las oportunidades que Dios le proporciona en respuesta a sus oraciones. Ore para el valor para hablar valientemente cuando las puertas se abran, porque cada apertura para hablar de Cristo trae la tentación para no testificar; sino hablar de todo menos de Cristo (Colosenses 4.2-6).

     Tenemos que orar persistentemente por nosotros mismos. Tenemos que orar también por nuestros oyentes. Solamente el Espíritu de Dios puede abrir los ojos para ver y los corazones para recibir a Cristo. Los ojos de la gente son espiritualmente ciegos y los corazones son duros como piedras. Tanto como deseamos cambiar a la gente espiritualmente, no podemos. Pero el Espíritu Santo puede y lo hace. Cristo ha prometido, "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (San Lucas 11.13). ¡Pida!

Párrafo tomado de: http://www.iglesiareformada.com/Biblioteca.html





miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL FALSO CRISTO DEL ARMINIANISMO


EL CRISTO DEL ARMINIANISMO

(O la doctrina del libre albedrío)

por

Rev. Steven Houck

La Biblia nos advierte de que en los ultimos dias, en los cuales vivimos, habrá muchos falsos Cristos - aquellos que claman ser Cristo pero son impostores. Jesus dijo:

"Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo, yo soy el Cristo, y a muchos engañarán" (Mateo 24:4-5). Nosotros los que profesamos ser cristianos debemos prestar atenci6n. Debemos ser muy cuidados de no ser engañados. Nuestro Ilamado es a confiar, amar y seguir al verdadero Cristo y solamente a El.

Nosotros conocemos los Cristos de los cultos y otras religiones. El es un buen hombre, un profeta, la primera creación de Dios, un gran espiritu, o hasta un dios. Pero El no es Dios eterno y verdadero. El recibe su existencia de otro que es más grande que él. El no es el Cristo de la Biblia. Nosotros no somos engañados por este Cristo. El es un Cristo falso. Nosotros conocemos el Cristo del catolicismo romano. Ellos profesan que el es verdadero Dios. El sufrió y murió por el perdón de los pecados. El resucitó, y ascendió a los cielos y viene otra vez. Pero el no es un salvador completo. El Cristo de los católico romanos no puede salvar.a los pecadores sin las buenas obras de ellos y la intercesión de los sacerdotes. El no es el Cristo de la Biblia. Nosotros no somos engañados por este Cristo, El es un Cristo falso.

Sin embargo, hay otro falso Cristo que es mucho más peligroso que el Cristo de los cultos y el Cristo del catolicismo romano. El ha engañado a la gente por muchos aflos y continua engañando a millones. Este Cristo es tan peligroso que, si no fuera imposible, engañaria a los misrnos escogidos (Mateo 24:24). El es el Cristo del Arminianismo.

Este falso Cristo es extremadamente peligroso porque aparenta ser el verdadero Cristo de muchas maneras. Ellos dicen que El es verdadero Dios, igual con el Padre y el Espiritu Santo. Dicen que El murió en la cruz para salvar a los pecadores. Ellos hasta dicen que El salva por gracia solamente, sin las obras de los hombres. Este Cristo no tiene nada que ver con los Cristos de los cultos o del catolicismo romano.

!Pero cuidado! Estén !alerta! El Cristo del Arminianismo no es el Cristo de la Biblia !No sean engañados!



l. El Cristo del Arm inianismo: Ama individualmente a todas las personas en el mundo entero y sinceramente desea su salvación.



El Cristo de la Biblia: decididamente ama y desea solamente la salvación de aquellos a quienes Dios ha escogido incondicionalmente para salvación (Salmo 5:5; 7:1l; 11:5; Mt 11:27; Juan 17:9-10; H 2:47; 13:48; Ro 9:10-13,21- 24;Ef 1:3-4)



2. El Cristo del Arminianismo: ofrece salvación a todos los pecadores y hace todo lo que está en su poder para salvarlos. Esta oferta y poder a veces son frustrados, orque muchos se niegan a venir a El.



El Cristo de la Biblia: eficazmente llama a los elegidos y soberanamente los salva. Ninguno de ellos se perderá. Is 55:11; Juan 5:21; 6:37- 40; 10:25-30; 17:2; Fil. 2:13.



3. El Cristo del Arminisnismo: no puede regenerar ni salvar a un pecador, si primero éste no elige a Cristo con su propio "libre albedrio". Todos tienen "libre albedrío" con el cual pueden decidir aceptar o rechazar a Cristo. Ese "libre albedrio" no puede ser violado por Cristo.



El Cristo de a Biblia: soberanamente regenera al pecador elegido al margen de su "libre albedrio", porque sin regeneración, el pecador muerto espiritualmente, no puede escoger a Cristo. La fe no es la contribución del hombre en la salvación, sino el regalo de Dios que El soberanamente imparte en Ia regeneración. (Juan 3:3; 6:44,65; 5:16; Hch.l1:18; Ro. 9:16; Ef 2:1, 8-10; Fil. 1:29; He. 12:2)



4. El Cristo del Arminianismo: murió en la cruz por todo el mundo, y así hizo posible la salvación para cada persona. Su muerte, a no ser por a elección por parte del hombre, no flue suficiente para salvar a nadie realmente, porque muchos por los que El murió están perdidos.



El Cristo de la Biblia: murió solamente por el pueblo elegido de Dios y asi real y eficazmente obtuvo salvación para todos aquellos por quienes El murió. Su muerte fiie una satisfacción vicaria, la cual efectivamente quitó culpa de Su pueblo elegido.  (Lc. 19:10; Juan 10:14-15, 26; Hch. 20:28; Ro. 5:10; Ef 5:25; He. 9:12; 1 Pe. 3:18)



5. El Cristo del Arminianismo: pierde a muchos de los que ha "salvado" porque no continúan en la fe. Aún cuando El les da "seguridad etema" como algunos dicen, esa seguridad no se basa en Su Voluntad o Poder, sino en a elección que el pecador hizo cuando aceptó a Cristo.



El Cristo de la Biblia: preserva a Su pueblo escogido de tal manera que ellos no pueden perder su salvación sino que perseverarán hasta el fin. El los preserva por la soberana elección de la voluntad de Dios, el poder de su muerte y el grandioso trabajo de Su Espiritu. (Juan 5:24; 10:26,29; Ro. 8:29,30,35-39; l Pe. 1:2-5; Judas24-25)



Como puede ver aunque el Cristo del Arminianismo y el Cristo de la Biblia puedan parecer iguales a primera vista, ellos son muy diferentes. Uno es falso. El otro es verdadero. Uno es débil y sin esperanza. Se inclina ante el soberano "libre albedrio" del hombre. El otro es el Señor reinante quien decide lo que a El le complace y soberananente cumple Su Voluntad.



Si usted cree y sirve al Cristo del Arminianismo, usted debe reconocer el hecho de que usted no está sirviendo al Cristo de la Biblia. !Usted ha sido engañado! Estudie las Escrituras y conozca al verdadero Cristo. Ore por gracia para arrepentirse y confiar en Cristo como su Soberano Salvador.



Publicado por:

Primera Iglesia Reformada Protestante

3641 104th Ave.

Holland, MI USA 49424



http://www.hollandprc.org/
or
http://www.cprf.co/uk/

Traductora: Christina Romano

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cristo, Poder y Sabiduría de Dios








1 Corintios 1:24-31

24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 

25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. 
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 
27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 
28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 
29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 
30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 
31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.