CONFESAR A CRISTO
POR: CALVIN KNOX CUMMINGS
1. Conocer a
Cristo
Tenemos
que saber ciertos hechos acerca de Jesucristo y acerca de lo que ellos
significan. Nuestro trabajo es testificar acerca de Cristo, y no de nosotros
mismos. No tenemos que saber todo lo que dice la Biblia acerca de Jesucristo,
pero tenemos que saber algo. Para su ánimo, si usted conoce algo acerca de
Cristo en la Biblia, usted sabe más que la mayoría de la gente de hoy. El
mínimo que tenemos que saber es que "Cristo Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1.15).
Tenemos que saber quién es Jesucristo. El es el Cristo, el Ungido, el Mesías;
él es Jesús, el Salvador. El entró en la historia: nació, vivió, murió, fue
sepultado, y resucitó de los muertos. ¿Y por qué? "Para salvar a los
pecadores." Pero al saber la maldad de nuestros propios corazones,
agregamos, "de los cuales yo soy el primero." El murió por nuestros pecados.
Aquí
están algunos versículos de las Escrituras que localizan con toda precisión la
manera de la salvación.
La necesidad del hombre—Romanos 3.23; 6.23
La provisión de Dios—San Juan 3.16; San Mateo 20.28; 1 Corintios 15.3
La
gracia de Dios—Efesios 2:8, 9
El requisito de Dios— Se Arrepiente: San Lucas 13.3; Marcos 1.15
Cree: Hechos
16.31
Conocer a
Cristo es más que tener información exacta acerca de él. Tenemos que conocer a
Cristo personalmente. Pablo testificó de su relación personal con Cristo cuando
él escribió, "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios, el cual me amó (Gálatas
2.20, el énfasis agregado). Pablo podría decir, "yo sé a quién he
creído" (2 Timoteo 1.12). Tenemos que saber lo que hablamos y de quien hablamos.
Nuestros oyentes van a discernir bien pronto si es así o no. Tenemos que saber
del amor redentor de Cristo en nuestro propias vidas antes que tratemos de
decir a los otros acerca de él. Cada uno de nosotros tiene que ser capaz de
expresar lo que ha hecho Cristo en nosotros como individuos y lo que él
significa para nuestra vida; solamente así podremos decir como Pablo, "El
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." Al poner por escrito sus
propias palabras como Dios ha obrado en su vida, tendremos la seguridad de
confiar plenamente en Cristo, y traer los principios básicos a nuestra memoria,
entonces seremos útiles.
2. Vivir a
Cristo
"Por
sus frutos los conoceréis," dijo Jesucristo (San Mateo 7.16). Pablo
escribió de los Corintios, "Nuestras cartas sois vosotros....conocidas y
leídas por todos los hombres" (2 Corintios 3.2). Nuestras vidas, así como
también nuestras palabras, deberán ser un testigo de Cristo. Los otros deberían
ver a Cristo quien vive en nosotros. El fruto del Espíritu debería ser obvio en
nosotros—"amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza" (Gálatas 5.22, 23).
Hay
muchas personas que fueron al principio atraídas a Cristo por la vida de los
cristianos que conocieron. Por ejemplo, fue la belleza de la santidad en el
joven Robert McCheyne (un ministro escocés del siglo XVII) que atrajo al
principio a un observador para desear aprender de Cristo. Un policía
malhumorado en Japón notó regularmente a un hombre que nunca perdió la
paciencia, aprendió que era un cristiano, y entonces buscó y encontró a Cristo
como su Salvador y Señor. Una mujer pregunta a su amiga cristiana, "Por
qué usted siempre está tan feliz? "—y la puerta se abre ancha para
testificar a Cristo. Un hijo rebelde se rinde finalmente a la vida santa de su
madre y cree en su Salvador. Una hija incrédula ve la alegría del Señor en su
padre quien está sufriendo y agonizando del cáncer y anhela que el Salvador de
su padre llegue a ser suyo. El Espíritu Santo usa nuestras vidas en Cristo para
ganar una audiencia para el evangelio. A menos que adornemos el evangelio con
santidad, sin embargo, podemos rechazar a la gente. Nuestras vidas pueden
llegar a ser las barreras a otros para que vengan a ser cristianos.
3. Amar a la
Gente
Amar a la gente quiere decir verlos como
criaturas de Dios. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (San Mateo
22.39). "Hagamos bien a todos" (Gálatas 6.10). "Gozaos con los
que se gozan; llorad con los que lloran" (Romanos 12.15). Amar a la gente
quiere decir que se involucra en la vida de nuestros socios diarios en el
trabajo, en la escuela, o en el vecindario. El amor implica comunicar nuestro
interés en la palabra y en el hecho. Debemos buscar para ser amigos y no solamente tener
amigos. Para ser un amigo, se requiere de pensamiento y de tiempo, esto
significa dar de nosotros. Cuando los servicios evangelisticos están
patrocinados por su iglesia, lo mas probable de responder a una invitación para
asistir serán aquellos a quienes ha sido ofrecida la amistad y esto es por el
cristiano quien los invita.
Amamos a
la gente aunque ellos, como nosotros, son pecadores. "Tuvo [Jesucristo]
compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor" (San
Marcos 6.34). Cristo vio a la gente como ovejas perdidas que tenían que
regresar al redil del Padre. El no permaneció lejos de la gente, sino fue
conocido como "amigo de publicanos y pecadores" (San Mateo 11.19) —de
explotadores de los pobres y adúlteros notorios. Mientras Cristo no aprobó sus
pecados, él aceptó a esta gente así como eran.
A menudo
no podemos pasar las cosas a otra gente que nos repele. Tenemos la tendencia de olvidarnos aún cuando
nosotros mismos éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. El nos amó como
éramos; debemos amar a la gente como ellos son. Un viajero del mundo fue
preguntado una vez que era la mirada más hermosa que él había visto en todo sus
viajes. El respondió, "Veía a Borden de Yale [un miembro de Pi Beta Kappa
y un millonario] con el brazo alrededor de un vagabundo en la Misión de la
Esperanza de Yale." Debemos ser capaces de poner un brazo amoroso
alrededor de una persona necesitada y mostrarle el Médico Magnífico, que se
deleita en la sanidad de los que están enfermos con la enfermedad humanamente
incurable que se llama el pecado (San Lucas 5.30-32).
Los Métodos
¿"Pero, cómo puedo empezar a confesar de Cristo a otros? ¿Cómo lo
voy hacer?" Comience con la oración. Ore que Dios abra puertas de
oportunidad. Aproveche las oportunidades que Dios le proporciona en respuesta a
sus oraciones. Ore para el valor para hablar valientemente cuando las puertas
se abran, porque cada apertura para hablar de Cristo trae la tentación para no
testificar; sino hablar de todo menos de Cristo (Colosenses 4.2-6).
Tenemos que orar persistentemente por nosotros mismos. Tenemos que orar
también por nuestros oyentes. Solamente el Espíritu de Dios puede abrir los
ojos para ver y los corazones para recibir a Cristo. Los ojos de la gente son
espiritualmente ciegos y los corazones son duros como piedras. Tanto como
deseamos cambiar a la gente espiritualmente, no podemos. Pero el Espíritu Santo
puede y lo hace. Cristo ha prometido, "Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (San Lucas 11.13). ¡Pida!
Párrafo tomado de: http://www.iglesiareformada.com/Biblioteca.html